Charlando con Gabi Grinbaum

por Facundo Pérez Taboada

Le hicimos algunas pregus a nuestra psicoanalista de confianza con el fin de proponer otras líneas de lectura sobre las cuestiones de género.

¿Qué es el género? ¿Qué géneros pensás que hay?

 

La filósofa feminista Simone de Beauvoir propone el uso del término «género» para referirse a las construcciones sociales y culturales sobre la masculinidad y la feminidad, no al estatus purista de ser hombre o mujer. Es esa la respuesta que elijo a la pregunta acerca de qué es el género.
 

Para diferenciarme de otras posiciones que ubican al género a partir del estudio biológico del ser hombre o mujer, es decir tomando la perspectiva anatómica, fisiológica y genética. El psicoanalista francés Jacques Lacan dijo una frase extraordinaria para pensar esta cuestión. Señaló que la anatomía no es el destino. ¿Qué quiere decir? Que cuando nace un niño, incluso antes en esta época, ya sea por la ecografía o los estudios genéticos que se hacen las embarazadas, se dice, “es un niño” o “es una niña”. Ok, es verdad, el ADN lo indica. Pero para que un sujeto sea hombre o mujer es necesario un recorrido, una asunción. La imagen o el gen determina un órgano pero eso no nos habla de ninguna manera de los modos de goce ni de las identificaciones de ese sujeto. Por eso desde la orientación lacaniana no podemos decir que alguien es hombre o mujer o gay o trans o lo que sea porque eso tendrá que ver con elecciones subjetivas del modo de gozar que nada tienen que ver con la partera que grita “es un niño”. Lacan justamente en consonancia con la frase que mencioné no va a hablar de sexos, mucho menos de géneros. Construye las fórmulas de la sexuación. Un psicoanalista italiano, Antonio Di Ciaccia, contaba en un congreso que una joven le pide análisis y le aclara que lo consulta a él porque quiere analizarse con un hombre y él, con su prominente barba le responde: “¿y cómo sabe que soy un hombre?”. La sexuación de cada uno es tan singular como sujetos hay en el mundo. Los modos de gozar son únicos y de cada sujeto. No hay una. Para resumir, la sexuación es un punto de llegada tras un recorrido y no un punto de partida.

 

Hoy en día hay mucha más gente que se identifica públicamente con un género distinto al genético. ¿Pensás que el número de personas que se identifica con otro género es igual que en el pasado pero que ahora se animan a mostrarse o que cada vez hay más personas en esta situación?

 
Creo que la posmodernidad es más libre para que cada uno pueda asumir su modo singular de goce. Además la época tiene un rasgo singular que tiene que ver con las redes sociales y todo este aparato actual en donde todo puede ser visto, todo puede ser exhibido. Entonces es real que hay una tendencia a exhibir el goce singular. Menos censurado, menos juicio previo respecto a cómo cada quien asume su sexuación. Pero con un alto riesgo que paga el deseo, cuánto más autorizado a todo, menos deseo, cuánto más todo es posible hay un desfallecimiento a nivel del deseo. Cuánta más pornografía en la web, menos interés de salirse de la pantalla. Es tanto más cómodo satisfacerse sin el esfuerzo y el coraje que implica el lazo al otro. Es un problema con el que nos las tenemos que ver en el siglo XXI.
 

A veces parece que como sociedad avanzamos hacia un época de mayor respeto en cuestiones de género y otras que retrocedemos. ¿Cómo explicarías la reciente ola de feminicidios?

 

Uh, ¡qué horror la ola de feminicidios! Por eso detesto las cuestiones mediáticas que hablan del género. Todas ellas en nombre de la igualdad no hacen más que redoblar la discriminación. En nombre de la justicia distributiva en muchas empresas hoy se exige un porcentaje de mujeres para ocupar determinados cargos. ¿Cómo entenderlo si no es segregación finalmente? Si hay tanta igualdad, ¿para qué esas exigencias de migajas a las mujeres?

 
Es real que con las luchas feministas, exitosas, militantes, las mujeres han podido llegar a tener lugares en la política, en las empresas, en la cultura, sin embargo aún hay un resto. Este resto es que finalmente las mujeres en muchos ámbitos aún son objeto de deshecho, objeto de intercambio, objeto de consumo. Vean la tele y los programas más exitosos, por ejemplo. La mujer aparece como un objeto degradado y descartable. Y el androcentrismo, el machismo, se autoriza a las peores degradaciones de las mujeres al punto de quemarlas, violarlas y asesinarlas.