Unknown Mortal Orchestra

Se abre el telón, se prenden las luces. El hombre entra -y aunque está bien acompañado-, los ojos se posan en él. El hombre agarra con tranquila firmeza a su exótica compañera roja y se la cuelga a media asta. Algunos audaces, que pueden evadir los lasers, perfuman el aire. Y en un suspiro de misticismo, se abren las puertas a otro mundo. El hombre es un poeta, y con la ayuda de sus acordes con novenas en afinación de mi-bemol, su voz y las puntas de sus dedos, está a punto de trasportarnos a su centro.

Ruban Nielson se para en el medio del escenario, con la tranquilidad de quienes son sinceros con lo que hacen. No hay poses, no hay venta de UMO. Estamos viendo una banda, una muy buena, pero con la humildad de los grandes, no importa cuanta gente los conozca, o en que parte del cosmos están, van a tocar, lo mejor que puedan, para hacernos vibrar.

Y así sucede. Al sonar el arpegio iniciático de From the sun, el zumbido de la muchedumbre se calla, y nos dejamos caer, nos aislamos en la cadencia de esa primera palabra y cada una de las siguientes, nos aislamos en la melodía, nos alejamos del sol, pero para ir a alguna parte del universo que es mucho mejor. Cierro los ojos y me aferro a lo que tengo cerca del corazón, y me dejo desgarrar por los tambores que laten con furia serena, arengando a toda la banda a nadar en las profundidades del groove. Ruban y sus cuates, ya en la primera canción, demuestran todo lo que tienen: líneas perfectas, interpretaciones impecables, con templanza, conexión, se los puede sentir disfrutando; no puedo dejar de imaginarme, como la debe flashiar un tipo que viene desde la otra punta del mundo, cuando ve las miradas de placer en la cara de miles de pibes y pibas tan diferentes, y a la vez tan iguales a él.